Situado en el corazón del Alto Alberche, en un valle profundo rodeado de montañas, Burgohondo es un enclave natural presidido por el río Alberche.
Su origen se remonta a la repoblación impulsada tras la conquista de Toledo por Alfonso VI. El convento de canónigos regulares de San Agustín, fundado en el siglo XII, roturó tierras para el cultivo y asentó la Abadía, que fue capital de trece aldeas.
El municipio cubre 55,4 km² entre las Parameras de Ávila y la Sierra de Gredos, a 852 m s. n. m. Está a 36 km de Ávila y 120 km de Madrid. Destacan el puente Morisco, el puente Nuevo y antiguos despoblados como La Acevedilla y Palancarejo.
MONUMENTOS
- Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción: Antigua iglesia de la Abadía. Tres naves con armadura, arco toral de arquivolta doble y retablo del siglo XVIII. Conserva pinturas murales del siglo XIII.
- Ermita de San Roque: Sencilla construcción de sillares, escenario de la fiesta del 16 de agosto.
- Ermita de la Santa Vera Cruz: Más conocida como ermita de los Judíos, único vestigio de la presencia judía.
- Patrimonio Etnográfico – Las Umbrías: Conjunto de caseríos distribuidos por la sierra.
- Ayuntamiento: Reconstruido tras un incendio, destaca su campanario de ladrillo.
- Grupo escolar “El Zaire”: Edificio histórico construido con el esfuerzo vecinal, hoy convertido en alojamiento y restaurante.
GASTRONOMÍA
La riqueza humana de Burgohondo se refleja en su cocina tradicional, basada en ingredientes auténticos y de calidad.
El melocotón, cultivado desde hace más de cien años, es símbolo del pueblo, regado por el Alberche y valorado por su sabor y aroma.
Platos típicos: patatas revolconas, fréjoles mojinos, caldereta de cabrito, cocido, cochinillo, capón de carnaval y embutidos artesanales.
También destacan sus dulces: rosquillas, leche frita, orejones de melocotón, entre otros. Todo acompañado de un vino local intenso y con carácter.






